Movimiento obrero y desafíos
El paso fundamental es construir unidad de acción
de carácter programático. A la par, no descuidar el necesario afianzamiento,
consolidación y crecimiento de la unidad orgánica expresada en la concepción
marxista de la lucha de clases como motor de la historia.
Por Mario Alderete
“Un fantasma recorre Europa: es el espectro del
capitalismo”. Aunque parezca irreal, con esa frase comienza a describir la
crisis un connotado columnista del monopolio informativo Clarín, destacado en
Europa. Y la verdad es que no se equivoca. La cuestión es quien paga esa crisis
y lo que está mostrando la realidad es que, como siempre ha ocurrido y ocurre
en el capitalismo, las consecuencias de esta monumental bancarrota
civilizatoria, tratan de descargarla, en primer lugar, sobre los trabajadores y
los sectores más desprotegidos.
Las recetas del FMI, del Banco Mundial y de todas
las agencias que se desvelan imaginando posibles salidas a esta dramática
situación, siempre fluctúan dentro de idénticos parámetros: reducción de
salarios, elevación de la edad para jubilarse, limitación de toda la seguridad
y la previsión social, remate de los bienes del Estado que son propiedad de
todo el pueblo, privatizaciones, afectación de los servicios públicos
vinculados a la salud, reducción del gasto, descenso del consumo y desocupación
tanto estatal como privada.
vEn tanto, las “ayudas” financieras que tratan de
salvar del colapso a las economías capitalistas desarrolladas y que son montos
varias veces millonarios, están destinadas a salvar a los bancos y a los
grandes compradores de bonos y deudas soberanas y de ninguna manera para
aliviar la tragedia que azota a los pueblos y trabajadores de esos países.
Las movilizaciones y paros de los trabajadores en
Grecia y en Portugal, las manifestaciones de los “indignados” en España, Italia
e Inglaterra, las demostraciones de masas en los propios Estados Unidos,
muestran que los sectores populares resisten esos planes en la medida de sus
posibilidades, pero es verdad que esa justa resistencia tiene sus límites
debido a la insuficiente unidad popular carente de liderazgos y propuestas
alternativas cuestionadoras del sistema capitalista. Ello es producto, a
nuestro juicio, tanto del pronunciado descenso representativo de las izquierdas
como de la labor destructiva, desde el punto de vista ideológico y
organizativo, de las organizaciones sindicales enroladas en la social-demócrata
y social-cristiana Central Sindical Internacional (CSI). De esta última
caracterización, solamente deberían ser excluidas la Confederación General de
Trabajadores de Portugal (CGTP) y la Central Griega, fundamentalmente la
Corriente Clasista PAME que actúa en su interior orientada por el Partido
Comunista Griego, ambas integrantes de la Federación Sindical Mundial (FSM)
AMERICA LATINA Y LA NECESARIA
INTEGRACION
Al finalizar el reciente Congreso de la CONAT, el
compañero Patricio Echegaray afirmaba “Hemos hablado mucho de la crisis
capitalista mundial, la caracterizamos como una crisis de la civilización
burguesa, civilizatoria, pero el problema que debemos ver ahora es que
Argentina y América Latina no pueden pensar que son una isla y que quedarán a
salvo de los efectos de esta crisis. Es bueno que nuestros gobiernos estén
viendo, en el marco de la Unasur, una manera de capear la crisis en conjunto,
en ese sentido apoyamos el Banco del Sur y otras medidas que se están tomando,
pero la crisis nos afectará y crecerá la disputa distributiva…”
Si ello es así habrá que afirmar, apurando el paso,
la integración de América Latina y el Caribe bajo una concepción de soberanía
ampliada alejándose cada vez más del maldito “Consenso de Washington” y
poniendo la proa hacia un puerto que, renegando del capitalismo, se proponga la
construcción de una nueva sociedad superadora: el socialismo.
En esa tarea, la labor a desarrollar por el
movimiento obrero organizado será de importancia trascendente y para ello, el
paso fundamental es construir unidad de acción de carácter programático. A la
par, no descuidar el necesario afianzamiento, consolidación y crecimiento de la
unidad orgánica expresada en la concepción marxista de la lucha de clases como
motor de la historia.
A esos fines apunta la construcción del Encuentro
Sindical Nuestra América (ESNA), cuyo IV encuentro acaba de realizarse en
Nicaragua y el desarrollo en nuestra región de la Federación Sindical Mundial
(FSM), a la que está adherida orgánicamente la CONAT.
A ese respecto debemos decir que producto de la
nueva época que se vive en el continente, la labor antiimperialista y de
liberación que se propone el movimiento sindical cuenta con la posibilidad de
encarar acciones en común con gobiernos progresistas, democráticos y populares
que están confrontando con el amo yanqui, con los dictados de las agencias
financieras tipo FMI y con la acción depredadora y desestabilizante de las
derechas vernáculas y los medios de información a su servicio.
Pero, como se comprueba a diario, la tarea que
lleva adelante el imperialismo, más agresiva en sintonía con la crisis que
golpea duramente al sistema capitalista, no cesa y mientras crece el despliegue
de bases militares, trata, en connivencia con las derechas de cada país, de
esmerilar la estructura de gobiernos populares para restaurar a pleno el modelo
neoliberal cuyas consecuencias aún estamos pagando a pesar de los serios
avances logrados a través de la lucha de los trabajadores.
Por eso, nosotros repetimos que la contradicción de
hierro que tenemos en todo el continente es o avanzar en la radicalización y
profundización de los cambios o la restauración neoliberal, ya sea por presión
de la derecha o por descomposición de los gobiernos progresistas que no se
atrevan a ir por más con el apoyo popular y la presión del movimiento obrero
organizado.
LAS TAREAS DEL MOVIMIENTO OBRERO EN
NUESTRO PAIS
No pretendemos volver a ratificar aquí todo lo que
los trabajadores y el pueblo hemos avanzado desde la crisis de 2001-2002. Las
conquistas obtenidas, los millones de puestos de trabajo conseguidos, las
paritarias, los fondos jubilatorios, la asignación universal por hijo, la
recuperación de Aerolíneas, de Obras Sanitarias, la ley de medios y otras, en
cada momento fueron objeto de tratamiento por parte de nuestra organización y
nuestra prensa partidaria.
Es un piso que valoramos altamente y por lógica,
nunca pueden ser los techos, habida cuenta de todo lo que necesitamos plasmar
en la realidad, máxime cuando se viven momentos traumáticos de crisis sistémica
y bajo la amenaza de que parar la marcha significaría alentar los designios
restauradores.
En ese sentido queremos echar una mirada acerca de
cómo está la situación del empleo y su calidad. Debemos decir que según el
último censo del INDEC, en nuestro país trabajan 15.146.100 personas, de las
cuales, 8.989.400 son hombres y 6.156.800 son mujeres.
De ese total 76% son asalariados (Aprox.11,7 millones),
24% autónomos, patrones, cuentapropistas, etc. (3,7 millones) y desocupados el
6,7% (1.206.800).
El porcentaje de desocupados es uno de la más bajos
en la historia estadística del empleo, y acerca de la misma, se debe hacer
notar que 631.600 son hombres y 575.200 son mujeres, en tanto, de ese total de
desocupados, 312.400 son menores de 29 años.
En cuanto al trabajo llamado “en negro” se
incrementó 2 puntos según la última Encuesta Anual de Hogares Urbanos
correspondiente al tercer trimestre de 2010, estando -en ese momento- en un
37,8% del total de asalariados, lo cual significa 4,24 millones de trabajadores
que no están cubiertos por ninguna red de beneficios sociales, no gozan de
vacaciones, no pueden aspirar a una jubilación digna y además ganan menos.
Sin dudas, esto es una rémora que es imprescindible
superar. Para eso necesitamos avanzar y no sobre la base de bajar el consumo y
la restricción de gastos sino de una verdadera distribución de la riqueza, de
la fijación de topes a la tasa extraordinaria de ganancias de las
multinacionales y no a las paritarias, tal como se acaba de anunciar por estos
días tanto por parte de las cámaras patronales como lamentablemente también del
Ejecutivo, lo cual alegra a las derechas siempre atentas a minar la base popular
de este gobierno, al cual apoyamos para radicalizar las medidas que vayan en
sentido favorable al interés popular.
Pero se necesita, en primer lugar, de la
recomposición del movimiento obrero, que no pasa sólo por la unidad de la CTA,
tal como lo afirmara el reciente Congreso de la Conat, sino por la búsqueda de
construcción de una unidad orgánica que vaya mas allá de esa Central, que
involucre a gremios de la CGT hoy expuesta a un debate interno que puede
desembocar no sólo en el desplazamiento de dirigentes gerenciales que siempre
sostuvieron la doctrina de la conciliación de clases y fueron defensores a
ultranza de la teoría del rol de “columna vertebral” del movimiento sindical
para sustentar proyectos de la burguesía, sino también, para modificar el
modelo vertical y dependiente que desde su nacimiento caracterizó a este tipo
de organización. Estos son algunos de los desafíos, que, según nuestro
entender, nos depara el futuro inmediato en nuestro país.
Publicada el 29/09/2011
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